Venecia se levanta sobre los secretos y
errores de los que quisieron venir aquí a olvidar y la ciudad se hunde
sobre ellos.
Una ciudad mágica; algunos dicen que encantada.
Me gusta porque en esa ciudad no existen los automóviles y eso da a la ciudad un aire más humano, un lugar único.
Las calles llenas son sus venas y la gente que va y viene constantemente es la sangre.
Pero el agua de Venecia esconde ya demasiada oscuridad. Por eso hay que llenarlo con un poco de color.
Hay que viajar a descubrirlo o imaginarlo. Teletrasportarse, en mi caso y como yo ya hice.
Teletrasportarse e imaginarse en una de esas góndolas, descubriendo cada rincón, sobre el movimiento de las olas de un lado a otro, con esa sensación de estar en una cuna.
Hay que soñar.
O dibujar.
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